lunes, 3 de octubre de 2016

MAÑANA DE SOL EN OCTUBRE MADRILEÑO

Mañana de sol en octubre madrileño. Rostros sonrientes. Chapas en las solapas o en las blusas adornando las miradas chispeantes. Camisetas con un eslogan de impresionante sencillez. Cientos, ¡qué digo cientos!, miles de pensamientos compartidos volando más allá de las copas de esos árboles centenarios que nos cobijaban con tierno amor.

Gente, mucha gente. Jóvenes, adultos, más adultos... y chiquillos. Corriendo, jugando y disfrutando (los chiquillos claro). Espectantes, esperanzada la multitud por ese ser individual y, al mismo tiempo, formar parte del todo. Reconociéndonos en nosotras y en vosotras, en mí y en ti. Juntas y no fugaces, juntas y no efímeras, juntas y trenzando sonrisas por más que no te conozca, por más que no me conozcas.

Mañana de sol en octubre madrileño. Palabras dichas con calor, con convicción, con certeza. Bebimos de vuestras bocas y nos alimentamos del color, del calor, de los silencios y de las palabras. Bellas, bellísimas palabras trenzadas por gentes sencillas, hombres y mujeres, sin distinción, sin solapamientos: personas libres anunciando ideas transformadoras a personas libres.

No fue un final, no fue siquiera una parada técnica... es un suma y sigue. Suma y sigue que depende de ti, de ti, de ti... y también de mí.

Felicidades.


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