sábado, 31 de mayo de 2014

¡A la carga, mis cuates!

Ayer, después de años inactivo e inapetente (políticamente hablando), me incorporé como oyente a la asamblea de Podemos en Móstoles, mi pueblo encontrado (vivo en él desde el 2000 y hasta ahora no me he sentido vinculado al mismo).
¡Sorpresa! No había mucha gente, unas cien personas calculo, aunque soy de letras, pero así, a primera vista, parecen formar parte de la buena gente... esa gente solidaria, implicada y complicada, dicharachera y profundamente democrática... ¡vamos, un espejo de mí mismo en mis mejores tiempos!
Me gustó el ambiente, me gustaron los discursos, sencillos y sentidos, sin perifollos ni florituras dialécticas: al pan pan y al vino como fieras...
He de confesar que tenía ganas de encontrar un motivo para reactivarme de nuevo.... ¡ya sé, ya sé, soy como el Guadiana, que aparece y desaparece..! Pero cóño, ya era hora de sacudirme la modorra, despejar los oídos taponados y dar un paso... y como me conozco, cuando doy el primer paso doy el segundo, y luego el tercero e, indefectiblemente, comienzo a andar.
Además tuve una fuerte sensación de "dejá vue". Me ví de nuevo a mediados de los años 70 (¡ay alocada juventud!)  participando en los locales de la Asociación de Vecinos de Alcorcón debatiendo las mejores extrategias para derrocar la dictadura al mismo tiempo que reivindicábamos el asfaltado de las calles y la mejora de los barrios dejados de la mano de dios... de todo dios.
Ayer tuve la placentera sensación de participar en un sanísimo proceso de reinvención de la democracia, y después de tanta travesía del desierto necesito apuntarme como chiquillo quinceañero (aunque ya peinaría canas si tuviera pelo) gozoso y henchido de testosterona democrática...
Lo dicho... ¡a la carga, mis cuates!