lunes, 10 de octubre de 2016

EL POWERPOINT DE LOS GOLFOS APANDADORES

Ya no era una manzana podrida, ni siquiera una rana saltarina de charco en charco, ni mucho menos el cesto de las manzanas o la charca/reino de las ranas, resulta que el secreto mejor guardado estaba en un powerpoint de uso restringido a los colegas detentadores de alcaldías del trinque.

Y nada menos que desde el año 99 de la década pasada, allá por la era feliz del Señor Ansar, aquel tipo bajito con bigote que hacía de extra en la película bélica "El Trío de las Azores".

Toda una cátedra impartida por sesudos adalides de la libre empresa, defensores del achique de lo público en favor de lo privado (sobre todo si es lo mío), gurús del neoliberalismo acartonado y el pelotazo amiguero, ímprobos mangurrianes al servicio del partido camorra.

Pero se descubrió el pastel. Si es que no hay mal que cien años dure, como dice el refrán, ni cuerpo que lo aguante. Concretamente en la sede del pepe madrileño se hacían cursillos de formación de mangoneo financiero, supuestamente, no vaya  a ser que la liemos, con los alcaldes y alcaldables para financiar las campañas electorales, esas que ganaban con mayorías adsolutas.

Preguntada Doña croqueta Espe sobre el particular, ha contestado, compungida ella, mirando al brillo de la mesa en vez de desafiante a su preguntador, como suele hacer: "yo no sé nada, a mí que me registren... pero yo destapé la trama Gürtel", mientras abanicaba la sala con su flequillo rubio encendido.

Mucha gente venía, veníamos, diciendo que lo del pepe no era chinita en el zapato. Que como organización era, y probablemente sigue siendo, chanchullera, marrullera, buscavidas y trincona. Y los anales de la historia nos acabarán dando la razón. En ello están día a día, sin fallar uno siquiera.

Pero no están solos, ni mucho menos. Cada piedrecita que se levanta del deteriorado pavimento de esta carretera de tercera en que han convertido nuestra democracia, deja olor a putrefacto. Cadáveres y cadáveres de ilusiones y esperanzas se esconden en cada grieta, en cada socavón, en cada parche, levantando dolor en cada descubrimiento.

Nos engañaron, me engañaron, cuando nos cambiaron anestesia de días de vino y rosas por la pasta, pura y dura.

Mucha gente se dejó, nos dejamos, las cejas para conseguir un país decente, un país vivible, un país que saliera del gris ceniza de cuarenta años... pero nos dieron gato por liebre, nos dejaron la cáscara y se comieron la naranja.

Ahora vemos como los "puntales" del régimen democrático del 78, aquellos partidos políticos, se han burlado de los comunes, cómo se siguen burlando, cómo nos siguen haciendo el timo del toco mocho sin ningún pudor, sin ningún escándalo por su parte. A manos llenas.
 
Se sienten dioses, pequeñitos, pero jodidos y traicioneros. Subidos a sus diminutos pedestales desde los que nos arrengan y nos venden que la discusión no es si abstención o elecciones, sino si elecciones sí o elecciones no, como si fuéramos gilipollas del culo.

O que de condiciones para que les regalen la llave del calabozo, nanay. Porque son generosos con sus amiguitos y les van a dejar jugar con las hormiguitas para que les arranquen las patitas.

Los unos robando a manos llenas, con manual de instrucciones para no cagarla. Y los otros deshojando la margarita podrida y flácida de tanto manosearla, por que no tienen redaños de salir de su cubículo y enfrentar la historia de cara. Más de 130 años dicen que tienen... desde luego se nota la chochez.

Y mientras tanto, los plebeyos, los nuestros, los jóvenes aguerridos dispuestos a reverdecer los campos de amapolas y retornar al pan con masa madre, a por uvas. Jugando a enarbolar banderas apolilladas con manos reumáticas de viejos eslóganes: ¡el partido para quien lo trabaja!

¡Joder qué tropa!

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