miércoles, 21 de septiembre de 2016

PODEMOS MADRID, ¿UNA REPETICIÓN EN LA MOVIOLA DE LA HISTORIA?

Fue hace más de 35 años, todavía peinaba yo melena leonada y miraba a través de mis gafas de pasta de intelectual demodé, cuando el Partido Comunista de España se hizo el mayor harakiri político que yo haya conocido. Fue en su X Congreso, a finales de julio de 1981. Aquél en el que Santiago Carrillo fue reelegido Secretario General pasando a cuchillo a una parte, no desdeñable, del llamado eurocomunismo, tronco central del PCE en aquellas épocas. Laminó a parte los denominados "renovadores" en la estrategia, por otra parte exitosa, de arrinconar a los "estalinistas" del momento, añorantes del PCUS y de la gran madre URSS.

Posteriormente los resultados de este X Congreso se concretaron en la salida de importantes cuadros políticos del seno del PCE, imposibilitados por encontrar acomodo en un partido de discurso aperturista, seguidor de los postulados del PCI (Partido Comunista Italiano), pero de estructura interna leninista, haciendo del "centralismo democrático" un mazo que golpeaba con saña a toda postura disidente, aún dentro del mismo discurso eurocomunista.

En aquellos tiempos, los jóvenes alineados con las posturas "renovadoras" dentro del eje eurocomunista éramos bastante irreverentes, tanto con nuestros mayores como con los discursos y los símbolos más sagrados del partido. ¡Éramos jóvenes y estábamos locos!

Tanto es así que nos inventamos unos apodos para definir las distintas corrientes que subyacían en el seno de la organización. Es verdad que no a todo el mundo le hizo gracia estos apodos, pero la verdad es que nos lo pasábamos muy bien uniendo chascarrillo y discusión política de altos vuelos.

Utilizamos tres denominaciones para los tres grupos más compactos:

Tocinillos para el grupo renovador dentro del eje eurocomunista, los jóvenes irreverentes y otra mucha gente algo más seria.
Asturcones para el grupo "oficialista" dentro del eje eurocomunista, liderado por el propio Carrillo, los del sí pero no (sí al discurso y no a la organización abierta que propugna el discurso)
Zorrocotrocos para el grupo más nostálgico y estalinista, los que defendían las esencias del comunismo clásico de la Unión Soviética y su PCUS, los de las banderas ondeantes.

Y diréis que a qué cuento viene esta batallita del abuelo. Pues sencillamente a que creo que, después de más de 35 años, no hemos avanzado demasiado.

A día de hoy, en el seno de Podemos, al menos en Madrid, se abre una discusión sobre qué somos y qué queremos ser de mayores que me recuerda sobremanera a aquella de antaño.

También hoy se divide su espacio en tres realidades que lo disputan:

De una parte los que defienden la transversalidad (que conste que yo me encuadro en esta línea de pensamiento y por lo tanto este texto no es objetivo, ni falta que hace), la conquista de mayorías mediante la participación social y el convencimiento ciudadano, la construcción de un sujeto ciudadano que aún no existe. Que se utiliza el discurso amable, la sonrisa, la llamada a la felicidad y al entendimiento como elementos diferenciadores de otros actores políticos. Que desde un punto de vista interno postulan sistemas organizativos abiertos, descentralizados, trasladando la responsabiliad política y la toma de decisiones a múltiples ámbitos, haciendo protagonistas de la acción política a las gentes en sus entornos más inmediatos... Estos, como digo, muy bien podrían heredar el término "Tocinillos" y forman, o formaron, parte de aquel eje central denominado "Claro que Podemos" capitaneado por Iglesias, Errejón, Bescansa, Monedero, Alegre, Mayoral, Espinar y otra mucha gente, ganador por goleada de la primera Asamblea Ciudadana en Vista Alegre.


Por otra parte se presentan los adalides de la ortodoxia discursiva, del ganar el cielo por asalto, del dar miedo a los poderosos, del rock duro como convencimiento político. Mantener los parámetros del discurso oficial pero cambiando el eje primigenio del abajo y arriba por el más clásico y manido de izquierda y derecha, del venimos a escuchar y (en la práctica) ya veremos que hacemos con lo que escuchamos. Esta línea de pensamiento, a mi modo de ver, se hace merecedora del apodo "Asturcones".

Y finalmente nos encontramos con el tarro de las esencias de la izquierda más izquierda representada por las gentes que provienen de Izquierda Anticapitalista (ya su título dice mucho) y militantes de algunos movimientos sociales autoconvencidos de ser punta de lanza de la revolución pendiente. Este colectivo, añorante del efecto estético del 15M, considera que la solución pasa por re-tomar las plazas (no está claro para qué ni por cuanto tiempo), apelando a una "horizontalidad" en la toma de decisiones que cuando han tenido posibilidad de gestionar órganos de dirección política o espacios de participación (léase Consejos Ciudadanos o incluso Círculos), se la han pasado por el forro con gran solemnidad. Para mí no hay duda que esta nueva línea de pensamiento se gana a pulso la donominación de "Zorrocotrocos".

Y ya, para finalizar, solo decir que todo esto es una apreciación adsolutamente personal, no está consensuada salvo con la única neurona estable que me queda y no debiera tenérseme mucho en cuenta habida cuenta de mi edad y mi estilo de vida.

No hay comentarios: