Tras la Asamblea
Ciudadana de Vista Alegre, donde se aprobaron los documentos eje de
nuestra acción política y formulación organizativa, se procedió a
la cascada de elecciones en los estamentos inferiores, comenzando por
los municipios para finalizar por las Comunidades Autónomas.
A mi modo de ver este
procedimiento, debido a las necesidades electorales del momento, nos privó de realizar un debate en profundidad sobre la
implantación territorial de nuestra organización y sus complejas
relaciones.
Ahora, una vez
transcurridos dos años, estamos en condiciones de abordar este
debate con conocimientos empíricos de lo que nos ha supuesto la
organización territorial actual, así como el reparto de papeles en
la acción política cotidiana entre los dos órganos fundamentales
de nuestra estructura partidaria: los círculos y los Consejos
Ciudadanos, ya sean municipales o Autonómico.
Según decidimos en
nuestros documentos de cabecera, los círculos se contemplan como el
ámbito de participación y conexión con la ciudadanía, ya que no
es necesario pertenecer a Podemos para poder participar en su seno,
en plano de igualdad, con las personas adscritas a nuestra
organización. Es un gran descubrimiento si se gestiona debidamente y
responde a su fin primordial. Lo que no siempre ocurre.
De otra parte se
establecen unos órganos de índole ejecutiva denominados Consejos
Ciudadanos de ámbito municipal, Autonómico y Estatal. Estos órganos
son elegidos por todas las personas adscritas a Podemos en el
territorio correspondiente (Asamblea Ciudadana) mediante el sistema
de primarias y voto personal e intransferible. Esto supone que dichos
órganos son los depositarios de la legalidad democrática y jurídica de nuestra
organización a diferencia de los Círculos, en los que no se
producen elecciones de órganos ejecutivos en su seno.
Sin embargo las
competencias entre ambos estamentos de nuestro ordenamiento interno
no quedan demasiado claras en los documentos que establecen y definen
nuestras reglas de juego. A veces se solapan e, incluso, se
contradicen.
Es un problema que habrá
que resolver en el marco de la II Asamblea Ciudadana Estatal, no
durante el proceso de nuestra Asamblea de la Comunidad de Madrid.
Solo se referencia este hecho para que sea tenido en cuenta a la hora
de definir nuestro ordenamiento territorial autonómico.
Pasando ya a propuestas
concretas, parto de la base de las definiciones, sucintas, antes indicadas de
los diferentes órganos: Círculos y Consejos Ciudadanos.
Pues bien, si queremos
que Podemos se configure como esa herramienta en manos de la
ciudadanía para su empoderamiento y el cambio radical de nuestras
condiciones de vida, tendremos que acordar que es imprescindible que
los círculos sean, efectivamente, el espacio más dinámico y
flexible posible donde las gentes, independientemente de su color
político, procedencia, dinámicas y otros factores, encuentren un
lugar amable donde relacionarse y hacer política cotidiana. Si
convenimos que esto debe ser así en contraposición del peligro real
de que se conviertan en espacios estrechos solo amables con una militancia incombustible de corte antiguo, ansiosa por reafirmar permanentemente sus esencias pero expulsando a la gente corriente, decidida a participar pero no a morir en el intento, llegaremos a la conclusión de que debe haber
círculos por todos los rincones de nuestro territorio para facilitar
el encaje sencillo de las gentes en los entramados, a veces
difíciles, de la política. Pero además deben cumplir también un
papel fundamental de argamasa social, de cemento que una a esa
ciudadanía dispersa pero dispuesta a salir de sus espacios de
confort e implicarse en el día a día de sus comunidades.
Asímismo debemos dotarnos de estructuras de índole comarcal, ya que una comunidad con más de 6 millones de habitantes difícilmente se puede gestionar con un solo órganos ejecutivo (Consejo Ciudadano Autonómico), como ya se ha evidenciado durante este tiempo. A mi modo de ver estas estructuras no deben ser meros espacios de coordinación entre municipios, sino que tienen que tener funciones ejecutivas y de responsabilidad política sobre el territorio que actúen. Por lo tanto deben ser elegidas de igual modo que todos los Consejos Ciudadanos, mediante voto individual e intransferible por todas las personas adscritas a nuestra organización en ese territorio.
De igual modo parede adsurdo que una ciudad como Madrid solo cuente con un Consejo Ciudadano de ámbito capitalino, careciendo sus distritos (todos ellos con mayor población que la segunda población de la Comunidad, Móstoles) de órganos similares, limitándose a un círculo por distrito, siendo imposible, lógicamente, que pueda estar presente en el territorio de una forma eficaz.
Dicho todo esto, mi
propuesta es la siguiente:
- Consejo Ciudadano Autonómico configurado en base a dos ejes: Funciones ejecutivas (Secretarías) y funciones representativas y de coordinación territorial
- Consejos Ciudadanos Comarcales previa definición de las zonas más acordes en función de sus similitudes: cercanía geográfica, nivel similar poblacional, problemáticas afines, etc.
- Consejos Ciudadanos Municipales de las localidades de la Comunidad excepto Madrid Capital
- Consejo Ciudadano Madrid Capital
- Consejos Ciudadanos Distritales de Madrid Capital
Estos Consejos tendrían,
entre otras labores, el encargo de descentralizar la organización de
su ámbito de competencia, fundamentalmente los Consejos Distritales
de Madrid Capital y los Consejos Municipales de ciudades de más de
30000 habitantes, mediante el fomento y creación de Círculos
Barriales. Este proceso debería estar finalizado en un plazo no
superior a dos años.
Para llevar a buen
puerto esta labor, los Consejos Ciudadanos deberían contar con
competencias y medios económicos suficientes, tener acceso al censo
de personas inscritas en su territorio para poder trabajar con cada
una de ellas de forma directa y asumir sus responsabilidades políticas y organizativas sin escudarse en la competencia con los círculos.
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