jueves, 17 de noviembre de 2016

¿VUELTA A ATRÁS?

Esta mañana me he sentido transportado, de forma brusca y enojosa, al espacio/tiempo en el que los jóvenes peinábamos melena, vestíamos con pantalón campana (pata de elefante, se decía), tocábamos la guitarra por los parques, en paz y amor, mientras todo a nuestro alrededor parecía que se derrumbaba. Luego resultó que no era verdad, solo fue un apaño en la fachada, cuatro manos de pinturita y una pequeña modernización de las persianas. Lo de dentro siguió siendo tétrico, oscuro y acongojante.

En esos tiempos de mudanza y trasiego, algunos jóvenes airados (pocos, no vayamos a confundirnos) militábamos en organizaciones de izquierda o de mucha izquierda, como le gustaría decir a nuestro presi catatónico.

Estábamos los chicos de las Juventudes Comunistas y los no tan jóvenes del PCE, en células y moléculas; los aguerridos revolucionarios del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico), que defendían la lucha armada y la subida a los montes; los troskos de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria); los del MC (Movimiento Comunista), que no sé muy bien a qué capilla rendían pleitesía aunque durante un tiempo fueron prochinos; los de la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), marxistas/leninistas pensamiento Mao Tse Tung y otros muchísimos grupúsculos más. Previo a todos los indicados fueron los "felipes" del FLP (Frente de Liberación Popular), que nutrió a todos los anteriores de cuadros políticos y marcos estratégicos. Sus componentes fueron fichados por todo el arco ideológico del momento, desde el comunismo más comunismo hasta la democracia cristiana más cristiana.

Véase que en esta panoplia de trofeos colgados en la pared no menciono al PSOE. No es que me haya olvidado. Es que por aquellos tiempos ni estaba ni se le esperaba, al menos a nivel de los "corre que te pillo", huyentes de los "grises" y sus vergajos.

Y digo que de pronto esta mañana me he sentido transportado a aquellas épocas, porque el líder de Podemos, Pablo Iglesias, acaba de dar un salto mortal con tirabuzón para caer de espaldas en plena historia.

Parece que ha decidido que mejor nos volvemos a los tiempos gloriosos en los que la izquierda, esa izquierda pequeñita y saltarina, salida de las catacumbas y las persecuciones, gritaba por las calles "¡Amnistía, Libertad!", mientras los ciudadanos, estupefactos, asistían impertérritos al desarrollo de la liga de fútbol, que ganaría el Real Madrid, como casi todos los años.

Me da que hay algunos jóvenes catedráticos de Ciencias Políticas que como los pilló demasiado niños aquella epopeya y dado que consideran que la izquierda no gritó lo suficiente o no enarboló las banderas a la altura requerida, les toca ahora a ellos llevarnos por el buen camino y completar el giro del destino.

Si esta es la hoja de ruta para tansformar la sociedad, tal como quedamos tras el 15M y decidimos mojarnos hasta el tuétano, habremos puesto un dique en el camino. Estaremos pintando en nuestras propias paredes el "No pasarán" a nosotros mismos.

Y puede que a los que somos viejos del lugar y vivimos, nosotros sí, aquellos días que no tuvieron nada de epopeya y sí mucho de acojono (recuérdese los muertos que dejamos en el camino y muy especialmente a los abogados de la calle Atocha), no nos vuelvan a pillar en otro trueque de estampitas.

Al menos, a mí no. Palabra.

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