Fin de semana campestre

Este fin de semana hemos estado en el monte, perdidos en mitad de una serranía llena decotos de caza privados, pinares y olivos, en un pueblo de Ciudad Real llamado "Los Cortijos", porque son dos el de "abajo" y el de "arriba". La finca se llama "El castaño", y se encuentra en medio de la nada boscosa y montaraz, en un paraje bellísimo rodeado de pinares y jara. La casa (y en sí la finca) pertenece a los padres de una amiga de Anita, mi costilla, y la muchacha llevaba más de un año invitándonos a visitarla. Nosotros ni caso. Orejones que somos. Por fín este fin de semana nos hemos decidido y junto con otros amigos, Lola y Manolo, y Paco, la relación de Carmen, la hija de los dueños y anfitriona, nos hemos colado de rondones en la naturaleza. Hay que decir que se está de miedo. La tranquilidad es adsoluta, solo pajaritos y la brisa rozando las ramas de los pinos arrullan los sentidos. Con nosotros estuvieron los padres de Carmen, Carmen y Eulogio, y nos envolvieron con su cariño y su alegría. Todo fue perfecto, hasta la excursión para llegar a un río donde bañarnos, que según Carmen (hija) conocía y era muy bonito. Nos recorrimos media sierra para localizarlo y no fuimos capaces de encontrar el dichoso paraje, el río sí, pero donde decía Carmen, hasta el domingo no lo localizamos. Es igual fue una excursión bonita por caminos de montaña y veredas campestres. En definitiva, si hay ocasión volveremos.