domingo, 26 de octubre de 2014

Rojocancionero

Buscando y buscando me doy de bruces con un nuevo amigo, Gaby, o al menos me gustaría que encontráramos los suficientes elementos en común para cimentar una amistad.

Me encuentro, digo, con Gaby, en las redes sociales, en Facebook (¡vaya esquina de citas!).

Pero no solo me encuentro con Gaby... me encuentro con su arte, me encuentro con su espíritu luchador, con su palabra encendida y certera, y con los acordes de una música de la que hace años no he vuelto a escuchar, de la que hace años ya nadie, con honrosas excepciones, compone.

Esa música llena de vértigo y verdad, soledad compartida y manos alzadas al cielo nocturno en busca de la estrella más rutilante, la que nos ilumina el camino.

Música de muchos, música de los menos, música que te traspasa la piel como daga enfebrecida. ¡Ay mi música! ¡Cuánto te he echado de menos!

Poemas, poetas, líricos, épicos... trovadores del dolor cotidiano, traductores del grito estrangulado de las mayorías ojalá y nunca os puedan callar los que mandan en el silencio.

Dos, solo son dos... Gabriel y Salvador y parecen multitud.

Dos tipos joviales, jóvenes aunque carguen con la sabiduría de los viejos poetas. Y dicen llamarse "Rojocancionero". ¡Escúchalos... o mejor vívelos!


Son los mejores herederos de aquella música guerrera, de batalla y trinchera, abriendo surcos en las conciencias en aquellos locales llenos de humo y revolución, en aquellos descampados llenos de barro y "grises" a caballo perfilándose como centauros contra el horizonte de la anocheciza...

Lo dicho ¡escúchalos... o mejor vívelos!

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